¿Qué les pasa a las abejas?
La inmensa inteligencia de Albert Einstein el gran sabio del siglo XX le hacía dominar amplios campos del conocimiento. Einstein escribió: "Si la abeja desapareciera de las superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres".
PROBLEMA
La realidad es que, según todos los indicios, las abejas están en peligro en el mundo. . La pérdida normal en las colmenas de abejas era del 5-10% anual, pero en muchos lugares, en el último medio siglo, la población de abejas domesticadas se ha reducido en un 50 por ciento. El declive de las abejas en Estados Unidos, en el año 2012, alcanzó el 50% y, para el presente 2013, algunos grandes apicultores calculan que la cifra se elevará al 60%.
Se trata de un verdadero colapso de las colonias de abejas que, muy preocupantemente, se está extendiendo por todo el mundo, lo que puede conllevar graves consecuencias para la población mundial pues se afectaría notablemente el sistema agrícola y se agravaría la crisis alimentaria que afecta a tantos países. Adicionalmente, en todo el mundo, la demanda de polinización debida al incremento de cultivos crece a más velocidad que la oferta.
¿Por qué son tan esenciales las abejas? Según un cualificado informe reciente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se calcula que, de unas 100 especies de cultivo que proporcionan el 90 % del alimento en el mundo, 71 se polinizan gracias a las abejas. Solo en Europa, el 84% de 264 especies de cultivo depende de la polinización intermediada por estos animales, y 4.000 variedades vegetales existen gracias a la polinización llevada a cabo por las abejas. El beneficio económico que supone la polinización realizada por las abejas recientemente se ha reevaluado y se ha concluido que supera los 265 mil millones de dólares.
CAUSAS
Las causas del declive de las abejas pueden ser muy variadas y son muy discutidas entre científicos, ambientalista, legisladores o agricultores. El único acuerdo existente entre ellos es el de la gravedad del problema.
Las abejas pueden enfermar, pues tienen sus propios parásitos y enfermedades; pueden pasar hambre, como consecuencia, sobre todo de los métodos de la agricultura industrial y, sobre todo, pueden ser envenenadas por el uso de insecticidas, herbicidas y fungicidas. Con diverso grado de culpabilidad participan todos esos factores y otros, como el cambio climático, conduciendo a unas consecuencias indeseables.
Concretando en los plaguicidas, Greenpeace ha elaborado una lista de plaguicidas tóxicos para las abejas que deberían eliminarse del medio ambiente para evitar los daños a las polinizadoras. Son: imidacloprid, tiametoxam, clotianidina, fipronil, clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. Algunos de ellos pertenecen a la familia de los neonicotinoides.
¿Qué son los neonicotoides? Son pesticidas sistémicos utilizados ampliamente en Europa y Estados Unidos en muchos cultivos intensivos de maíz, soja, colza, etc. Al aplicarlos, no se mantienen en el exterior de la planta, sino que penetran en su sistema y se distribuyen por el mismo. Otros neonicotinoides se utilizan para recubrir las semillas y protegerlas al plantarlas. Cuando la semilla comienza a germinar y a crecer, los neonicotinoides se distribuyen por los tallos y por las hojas de la planta, y pueden alcanzar el agua de gutación (las gotitas que se exudan en el extremo de los cotiledones).
Las abejas suelen beber esta gutación y quedan expuestas al pesticida. Además, cuando la planta florece todavía se pueden encontrar restos de los pesticidas en el polen y en el néctar que sirven de alimento a las abejas.
Los neonicotinoides se dividen en dos subclases: nitroguanidinas y cianoamidinas. Las nitroguanidinas incluyen a imidacloprid, clotianidina, tiametoxam y dinotefuran, que son muy tóxicos para las abejas melíferas (toxicidad oral extremadamente alta, unos a 4-5 ng/abeja). Las cianoamidinas, como acetamiprid y tiacloprid, son menos tóxicas.
Recientemente, el papel potencial de los pesticidas neonicotinoides ha jugado un lugar central en una polémica que, incluso está llegando a tener carices políticos. ¿Por qué?
DISCUSIONES
Hace un año dos investigaciones publicadas en la revista Science por científicos franceses y británicos, respectivamente, hicieron saltar las alarmas. Niveles incluso bajos de neonicotinoides eran suficientes para afectar fuertemente el comportamiento de las abejas, reduciendo el crecimiento de las colonias y disminuyendo en un 85% el número de reinas necesarias para fundar nuevas colonias.
Como consecuencia de ello, a comienzos del 2013, la Comisión Europea propuso una prohibición de 2 años en la Unión Europea (UE) para los neonicotinoides, una especie de embargo, para dar tiempo a realizar nuevas investigaciones. Pero nueve de los 27 Estados países votaron en contra de la propuesta, los suficientes para evitar que fuera promulgada. España votó a favor de la prohibición.
Desde entonces, la discusión ha sido continua y han participado, científicos, políticos y empresarios. Efectivamente, la Comisión apuntaba específicamente a tres plaguicidas de la familia de los neonicotinoides comercializados en Europa por Bayer y Syngenta: clotianidina, tiametoxam e imidacloprid. En febrero pasado Syngenta calificaba un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como de "fundamentalmente defectuoso", y advertía que la prohibición provocaría un "considerable daño económico a los productores y absolutamente ningún beneficio para las abejas". Por otra parte, Bayer y Syngenta financiaron un estudio en el que se estimó que la prohibición produciría a la UE anualmente unos daños de unos € 4500 millones. En cuanto a Monsanto, la gigante de los agroquímicos, recientemente compró una empresa mediana, Beelogics, dedicada hasta entonces a luchar contra la desaparición de las abejas. ¿Cuál fue el propósito de la compra?
Sin embargo, mientras tanto han seguido acumulándose pruebas científicas demostrando los efectos perjudiciales de los neonicotinoides. Afortunadamente, la Comisión Europea no ha cesado en sus intentos y el pasado lunes 29 de abril, nuevamente con el voto favorable de España, una mayoría países ha aprobado prohibir durante dos años el uso de los tres neonicotinoides antes citados, por los riesgos que plantean para la salud de las abejas. Un paso, posiblemente insuficiente, pero adecuado, para proteger a las abejas y, con ello, protegernos a nosotros mismos.
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